El camino hacia una menstruación más amigable con el planeta
A los ya conocidos costos que el uso de productos de higiene menstrual descartable genera en la economía de las personas menstruantes o el riesgo que suponen para la salud de quienes los utilizan, se suma también la amenaza que representan para el ecosistema planetario.
Las personas que usan productos de higiene descartables consumen estos productos unos cinco días al mes, durante 40 años de su vida en promedio. Cada una de ellas, usa al menos dos toallitas o tampones por día, lo que equivale a alrededor de 4.800 toallitas o tampones desechados a lo largo de su vida.
Si se tiene en cuenta que tanto los tampones como las toallas higiénicas utilizan compuestos de algodón, rayón y distintos tipos de polímeros, este nivel de consumo representa una amenaza concreta para el medioambiente.
Los materiales con los que se fabrican estos productos son en su mayoría “plástico puro” y pueden tardar demoran de 500 a 800 años en descomponerse en micro plásticos. La mayoría de los microplásticos hallados en mares y océanos proviene de textiles sintéticos, entre los que se encuentran los productos de higiene menstrual.
De acuerdo a un estudio publicado en la revista Nature, el impacto ambiental que esto genera se evidencia en la gran “isla de plástico del Pacífico”, una zona ubicada en el océano Pacífico Norte, cubierta de desechos marinos y plásticos, que cubre una superficie de más de la mitad de Argentina.
Es por eso que, la opción por productos de higiene menstrual reutilizables no sólo está asociada a mejorar las condiciones de accesibilidad y los costos económicos asociados a largo plazo, sino también a un consumo sustentable y consciente del impacto que los productos desechables generan sobre el planeta.
En Freeling creemos que las mujeres y personas menstruantes podemos ser motor de cambio e incorporar nuevos hábitos para cuidar al mundo en el que vivimos tanto como a nostrxs mismxs.